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¡Y dale! ¡Que no! ¡Que no me llamo Molly ni nada! Mi jefa, que es así de simpática, no veas la guasa en la oficina. Pero sí, sí veo fantasmas, aunque eso no lo sepa nadie de mi entorno porque ya tuve suficiente con que mi madre me arrastrara al psiquiatra cuando era pequeña hasta que al fin confesé No, no he visto a mi abuelo muerto dándole por saco a mi abuela y escondiéndole las cosas para cachondearse de ella, me lo he inventado todo, señor doctor, y fin de mi tortura, ya se me podía haber ocurrido antes, la verdad.Hola, me llamo Jimena y veo fantasmas.Hola, Jimena, te queremos, Jimena...Gracias, gracias...En fin, ¿quién me iba a decir a mí que este don (puta-dón) mío me iba a llevar al trabajo de mi vida donde conocería al moreno que me trae loca? Parecía bueno cuando lo vi por primera vez y un poco seco, pero era todo amor, solo había que... Te lo suelto así, sin anestesia ni nada: solo había que seguir los consejos de su hermana muerta, que se me apareció por arte de magia en la oficina para hacerme la vida imposible, más aún, me refiero.En fin..., mi día a día es un caos, una de mis mejores amigas es un fantasma y la otra, bueno, a la otra le falta un tornillo, pero ¿a quién no? Y encima entra este hombre en la ecuación que me saca de quicio a la par que me encanta. Siéntate, siéntate, que te vas a reír un rato cuando te lo cuente.
Lucía es una chica normal y corriente que vive cómo quiere y puede. Comparte piso con sus dos mejores amigas, trabaja en una importante empresa y mantiene una relación más o menos estable con Daniel, el chico que le gusta. Pero un buen día todo cambia de la noche a la mañana. Lucía es enviada a otra oficina bajo el mando de una jefa déspota que parece tener algo contra ella. Como si esto no fuese suficiente, además tiene que aguantar a Marcos, un compañero que muestra un extraño interés por ella, no sabe si espía para la jefa o si sólo es un tarado. Para colmo, algo no acaba de funcionar bien con Daniel y la sombra de la sospecha empieza a planear sobre su idílico romance. Y así, con la vida vuelta del revés, Lucía comprende que los cuentos no son más que un embuste y que lo difícil viene justo después del: "Y vivieron felices". ¡A otra con ese cuento! es una novela que habla sobre las relaciones y sobre cómo en muchas ocasiones se idealizan los sentimientos. Delicada e íntima, te muestra un punto de vista diferente sobre el amor y sobre los "finales felices". ¿Vas a perdértelo?
¿Qué haces cuando tu vida es un puñetero desastre, lo único que te mantiene a flote es la rutina del trabajo y tu jefa te obliga a coger las vacaciones reglamentarias, encima a un paso de Navidad, con todo lo que eso significa para ti después de haber perdido a tu padre hace un año?El proceso es sencillo: Te compras muchas muchas chuches, Doritos y Coca-Cola.Apagas el móvil y lo tiras por ahí.Te enfudas el pijama roñoso más cómodo del cajón.Y, por último, pierdes la noción del tiempo viendo pelis y series sin parar.¿A que mola? Ya te digo yo que sí (lo de que las ventanas llevan cerradas a cal y canto desde hace días, que me he pasado con la calefacción un poquitín y se me ha olvidado ducharme son simplemente minucias). Para mí es todo perfecto y maravilloso, si no fuera por ese incordio con patas que se hace llamar Ulises, que, armado con su llave de repuesto, se ha presentado en mi casa y se ha empeñado en que me va a sacar del bucle de autodestrucción sí o sí..., será exagerado. Tener amigos para esto, que encima se ha aliado con Patri, la que faltaba, y no paran de darme la vara con que tengo que salir más, darle una alegría al cuerpo (¿y lo de los Doritos y las chuches qué era?) y buscarme un hobby (ver pelis y series es una afición como otra cualquiera, ¿a que sí?).¡Toda la culpa de lo que está pasando es suya! ¡De los dos! ¡No, no! ¡Mentira! ¡Toda la culpa la tiene mi jefa, que es una arpía! Mira que obligarme a coger vacaciones, con lo tranquilita que yo estaba.En fin, que ahora sí que estoy jodida, jodida de verdad, me he debido de llevar algún golpe en la cabeza o algo mientras dormía o es que la neurona que me quedaba ha cortocircuitado, porque de pronto creo..., creo que me he enamorado de mi mejor amigo. ¿Tú lo ves normal? La cagada más grande de la historia, eso es lo que es. Trauma en tres, dos, uno... A ver cómo salgo de esta.
-Me llamo Diana, debo reconocer que estoy un pelín tarada y que soy una persona directa, descarada y con un carácter de princesa -no, es mentira, a veces soy peor que un horco-. Solo contemplo una forma de vivir: sin lamentaciones y a por todas. Soy adicta a la Coca Cola y no creo en el amor. Soy todo virtudes, ya lo sé...-Me llamo Fernando, soy un tipo sencillo e independiente, con una rutina estable: trabajar, comer, dormir, cervezas con amigos, ligues de fines de semana y vuelta a empezar -simple, como yo-. Tras un improvisado viaje a Barcelona me crucé con la loca del moño. La tía más rara, cruel, bruta y radical que hubiera conocido nunca...¿Qué tienen en común ambos? A Adriana.Tras un año disfrutando de los besos sabor a café, Carlos le prepara una sorpresa, en la que todos sus amigos y familiares participarán y...¿Qué pasará con estos dos? ¿Lograrán limar asperezas después de un caótico encuentro? ¿Qué ocurre cuando las cosas en las que no creen comienzan a suceder? ¿Qué es esa sensación en el estómago? ¿Les habrá sentado mal la cena o es que han saltado chispas?
Me llamo Lucía y tengo dos cosas muy claras: la primera, que las apariencias engañan y, la segunda, que los príncipes azules no existen. Vamos, que no voy a volver a fiarme de un tío jamás en la vida. ¡¡Que se vayan con cuentos a otra!! Ya no solo es que me hayan dejado tirada como una colilla, espachurrada y con la autoestima a la altura del betún -dejadme que me autocompadezca un poquito, snif, snif-, sino que además mi madre, que es sabia como todas las madres, tiene más razón que un santo cuando dice que las cosas malas nunca vienen solas. Se me ha venido el mundo encima, casi casi literal. Menos mal que tengo a Silvia y a Carol porque, si no, no sé qué sería de mí.Para colmo de males, ahora no solo me han trasladado a un infierno de oficina con un demonio de jefa que me hace la vida imposible, es que encima ha aparecido ÉL, el puñetero psicópata que me acosa a todas horas, Marcos, que sí, es guapo a rabiar, pero mira que es pesadito.En fin..., ¿quieres saber cómo me las apaño para salir de esta? Pues siéntate, que te lo cuento.
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