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Después del horrendo asesinato de una joven habitante del pueblo de Arretenango, los pobladores se toman la justicia en sus propias manos y linchan a un extranjero que se encontraba en el pueblo al que acusan del crimen. Es el comisario Édgar Augusto Duarte Pereira, un experimentado investigador de la Policía Nacional, quien queda a cargo de la investigación que tendrá que probar la culpabilidad del acusado que es ciudadano de una de las naciones europeas más poderosas. Sin importar las presiones políticas y diplomáticas que recaerán sobre el caso, el comisario tendrá que conducir una investigación técnica e imparcial para esclarecer los hechos.El crimen del extranjero es la primera entrega de la trilogía Justicia Criolla que tiene lugar en la ficticia República de Los Altos en América Central, un país cuyo pasado de guerra y conflicto ha resultado en un estado corrupto en el que los gobernantes no ven el poder como una forma de servir a su pueblo sino como un camino rápido hacia la riqueza que históricamente ha estado reservada a los descendientes de los conquistadores europeos.Y no lo olvides: la segunda parte de la serie ya está disponible: Justicia criolla: debido proceso. Adquiérela también aquí, en Amazon.
En esta segunda entrega de la trilogía Justicia criolla, Pierre Luis Martínez Lepecheur regresa de Francia, después de haber terminado sus estudios de abogacía, a Los Altos. Allí tomará su primer caso como defensor del francés Charles Dubois, acusado de haber cometido el asesinato de una muchacha en Arretenango, un pueblito perdido en el altiplano del país. Esta obra nos muestra cómo la corrupción alcanza a las más altas esferas políticas y judiciales, haciendo de la presunción de inocencia una utopía. Todos estos entretelones se contemplan, como si asistiéramos a una obra teatral, en el juicio a Charles, donde quedan al descubierto las más grandes miserias humanas. ¿Ganará la justicia? ¿O tendremos que seguir esperando a que la humanidad cambie alguna vez?Nacho Solórzano es guatemalteco y belga. Nació y creció en Guatemala pero, desde hace casi veinte años, se radicó en Europa. Esta dualidad le ha dado una visión única sobre las diferencias culturales entre ambos lados del Atlántico y cómo las percepciones cambian dependiendo del prisma cultural con el que se observe la realidad.
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