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La novela centra su atención en narrar las peripecias de los hermanos Joel-Joaquín, que son una dualidad extraña: opuesta pero complementaria. El entramado de la historia se va desmenuzando desde distintas voces narrativas que logran mantener la atención del lector entre la sorpresa y el presentimiento de lo que sigue. Los límites entre realidad y ficción se desdibujan, pero, de uno u otro lado del relato tenemos una clara sensación de verosimilitud.
En ...y nos vinimos de mojados, Febronio Zatarain y Raúl Dorantes, residentes en Chicago desde hace casi dos décadas, habitantes culturales de los dos países, reúnen crónicas/ensayos sobre la experiencia mexicana en Chicago, a partir de Pilsen. Su trabajo es excepcional porque, así dispongan de las herramientas de la historia, la sociología, la ciencia política y los estudios culturales, su meta es la interpretación legible, y en eso se apartan de la mayoría de los libros sobre estos temas, adictos a las certificaciones académicas o abrumadoramente testimoniales. Zatarain y Dorantes, influidos por la crónica de este tiempo, prefieren la vivificación de atmósferas y personajes, y le conceden al retrato de las circunstancias la primacía sobre "el dato duro". El resultado cumple con su proyecto: el libro es muy legible. Carlos Monsiváis
"Este frío es tan frío", afirma el personaje en 'La casa de Leviatán'. Con certeza estamos en Chicago. En esta hermosa narrativa se cumple cabalmente la responsabilidad recayente en el viaje literario efectivo y total, reflejar la condición humana es la consigna y Raúl Dorantes lo logra con una prosa sencilla, plagada de intensidad filosófica y profundo lirismo. En esta ciudad hay "ventanas que miran a otras ventanas", personajes que miran desde la calle hacia la ventana de su apartamento para verse. Un juego de espejos, de Chicago que se refleja en las vidas de los personajes y de los personajes que se reflejan unos en otros y el abedul, siempre el abedul y Roma buscando, "una frase que se vuelva nieve sobre su rama". Todo es efímero en esta novela, solo el frío permanece. Roma Díaz, personaje -tal vez alter ego- escribe, para salvarse, para salvar a los habitantes de un edificio, de una calle, de un barrio, tal vez de una ciudad o de un país entero. Roma, héroe y antihéroe, en fin, ser humano, aparece redimido cuando el narrador confiesa: "te llamamos Roma porque es bonito leerlo al revés". El amor enfrentándose al frío, pero además el amor descubriéndonos a un hipopótamo que aparece de repente en la narrativa con la misma fuerza y precisión que usa Arreola para narrar su rinoceronte. En el hipopótamo se esconde el caos, la locura, la soledad, la muerte a todo nivel. En él se devela la condición humana permeada por el frío, por el abedul que observa silencioso y por Roma participante del caos buscando la salvación en la palabra perdida. Sin lugar a dudas, 'La casa de Leviatán', escrita por Raúl Dorantes, es un trabajo impresionante que todo amante de la buena narrativa debe leer. Juana Iris Goergen, Universidad Interamericana, Arecibo, Puerto Rico
El acierto de Raúl Dorantes es que con admirable fluidez impone una manera personal de apreciar las cosas, un acertado manejo de símbolos y una tranquila seguridad que bordea lo axiológico. Juana Iris Georgen
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