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El trauma interpersonal temprano ocurre en el contexto de las relaciones más significativas para el desarrollo del ser humano. La seguridad que deben proveer los cuidadores es severamente dañada por sus propias acciones negligentes y maltratantes, dejando un legado de desconfianza y alerta que se trasladará a todas las relaciones interpersonales que el niño establezca, en especial, con otros adultos. La base del proceso terapéutico para estos niños y niñas, comenzará entonces por la construcción de una experiencia interna de seguridad que le permita recuperar la confianza en las relaciones -en especial en las de cuidado- y dejarse acompañar por el terapeuta en el proceso de sanar esas profundas heridas. El viaje en el que nos adentramos no está exento de turbulencias y la primera pregunta que el terapeuta deberá responderse es: ¿está mi paciente en un contexto de seguridad real, en el que no siga siendo maltratado? Si esa seguridad real existe, entonces pasamos al siguiente nivel: ¿pueden sus cuidadores proveerle una experiencia relacional segura, estable, reparadora? Y si no es así ¿qué necesitan para poder hacerlo? Pero el terapeuta es parte de la ecuación, entonces deberá responderse, además, esta otra pregunta: ¿qué debo hacer (y cómo puedo hacer) para ofrecerle a mi paciente una experiencia de seguridad en la relación terapéutica? Y ¿qué puedo hacer para ayudar a los cuidadores a ser los verdaderos sostenes de la vida y el desarrollo de estos niños y niñas? La construcción de una experiencia de seguridad relacional puede parecer frágil en la vida de estos niños, y eso muchas veces nos llevará a caer en la trampa del terapeuta rescatador, invalidando sin pretenderlo, a quienes deben ser los verdaderos escudos protectores de nuestros pequeños pacientes: sus cuidadores. Aprenderemos entonces a observarnos en nuestra tarea y a corregir el rumbo de nuestra nave.En esta primera parte del viaje, el terapeuta, su pequeño paciente y sus cuidadores van tejiendo una nueva matriz de conexión, en la que las necesidades puedan ser escuchadas, interpretadas y atendidas, y en la que las interferencias puedan ser reparadas. Y será precisamente el tejido de esa matriz el que permitirá la parte más compleja de la travesía por venir: la de reparar las desconexiones más profundas y sanar las heridas causadas por la violencia.
Trauma y disociación suelen ser sub diagnosticados en la infancia, mayormente por falta de conocimiento en los profesionales de la salud mental, pero también pro una falta de costumbre a la hora de preguntar por situaciones adversas a las que el niño pueda estar enfrentado, o se haya visto enfrentado, tales como maltrato físico, maltrato emocional, abuso sexual, negligencia, exposición a violencia doméstica, entre otras. Los niños constituyen una población altamente vulnerable a padecer múltiples situaciones de malos tratos, negligencia y violencia en el contexto de sus relaciones primarias de cuidado. Este libro es el primer libro de habla hispana que aporta a los profesionales que trabajan con niños, información actualizada sobre la traumatización compleja en niños y sobre la forma en la que la exposición a violencia y negligencia crónica a edad temprana en el contexto de las relaciones familiares, afecta el desarrollo. En su primera parte brinda una explicación sobre qué es trauma, cómo se puede entender el trauma en la infancia, cuáles son los parámetros de un buen desarrollo y cómo este se ve afectado por la exposición a tales situaciones. Provee además información actualizada sobre el diagnóstico propuesto de trastorno traumático del desarrollo y la función del apego en la alteración permanente de la respuesta de alarma ante el peligro cuando la fuente del mismo proviene de los cuidadores. Proporciona una actualizada explicación de la disociación infantil desde el marco de la teoría de la disociación estructural de la personalidad, aportando elementos para su evaluación tanto a nivel de escalas, como de la observación y la entrevista clínica con el niño, así como de la relación de apego entre el niño y sus cuidadores biológicos, adoptivos o transitorios, cuando el niño se encuentra albergado en una Institución. Se propone una forma de diferenciar los fenómenos postraumáticos y disociativos, de manifestaciones y fenómenos propios de la infancia como el juego, la fantasía y los amigos imaginarios, para otorgar mayor claridad en el diagnóstico. Finalmente dedica un capítulo entero a la psicoeducación, haciendo especial hincapié en la importancia de proveer de información a las familias y a las escuelas. Dentro de sus contenidos se incluyen: ¿Qué necesita un ser humano para su desarrollo? ¿Qué entendemos por trauma? ¿Cómo respondemos al peligro? Efectos del trauma en el desarrollo infantil. Trastorno traumático del desarrollo. ¿Qué es la disociación? El apego desorganizado. Su relación con la disociación. La disociación estructural de la personalidad. La evaluación de la disociación. Escalas de rastreo de síntomas postraumáticos y disociativos. CDC. A-DES. Encuesta de eventos traumáticos para niños y padres. Guía de preguntas para evaluar experiencias de apego en el cuidador y el niño. La evaluación clínica. Diferenciando la disociación de los fenómenos evolutivos normales. La fantasía. El juego. Los amigos imaginarios. Síntomas y manifestaciones disociativas. ¿Cómo preguntar y qué observar? Psicoeducación. Cómo hablarles a los padres y a las escuelas acerca del trauma y la disociación. ¿Por qué la escuela puede ser una tarea difícil? Este libro resultará de utilidad no solo a psicólogos y psiquiatras sino también a educadores, médicos, trabajadores sociales y a todo otro profesional que trabaje con niños, independientemente de su rol y de su lugar de trabajo.
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