Bag om 324 Mendoza
Fortún construye su casa, o sea, su novela, como mismo esculpió Paul Gauguin, allá en Atuona, en Islas Marquesas, su Mansión del Goce (Maison du Jouir), o para decirlo en cubano, su Casa de la Venida (eyaculación). Desde esa majestuosa casa-novela, el autor está a la mira a través de una ventana-pantalla, percibe las respiraciones de sus vecinos, se divierte con los ronquidos o extraños gruñidos de otra mujer empantanada en su sombra. [...] Es una novela perfectamente concreta en pluma y arte, y alzada en pierre de taille, repujada en el mismo vientre firme y específico de su arquitecto que, además, evoca la narrativa melodiosamente reflexiva de la filmografía del cineasta inglés Peter Greenaway, con sus imprevisibles y excéntricos desnudos y sus festejos suculentos de planos-secuencias interminables, y matemáticos diálogos. Si Guillermo Cabrera Infante es el más británico de los autores cubanos, Denis Fortún es el más norteamericano y continental de los escritores isleños. Fiel a esa genuina feminidad del bosque nocturno de Djuna Barnes, o de la sinfonía inagotable de Paul Bowles, Denis Fortún nos invita a anidar en su tórrida casa-novela. Zoé Valdés
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