Bag om Compañía Nº12
El destino quiso que me viese involucrado en alguno de los sucesos que relato en esta novela, haciéndome formar parte de la historia y leyenda de la compañía de operaciones especiales nº 12. No es extraño que nada más llegar a ella y durante todos los meses que pasé en ese lugar, no dejase de hacerme la misma pregunta: ¿qué hago yo aquí? De inmediato te das cuenta de que la fuerza está por encima de cualquier ley, justicia o razón. Los oficiales no dudaban en descargar la munición de sus armas a tus pies, simplemente por diversión; tampoco vacilaban al alinear a los soldados a punta de pistola, hacerte despertar a tiros o ponerte el arma amartillada sobre la sien mientras te interrogaban con sus preguntas. La mayoría de los reclutas intentaban tomarse a broma estos sucesos; supongo que era la mejor forma de sobrevivir, un automecanismo de defensa, pero de inmediato te dabas cuenta de que algunas personas no estaban preparadas para afrontarlo. En las primeras noches eran frecuentes las alarmas de suicidio y a más de un muchacho se lo tenían que llevar rápidamente al hospital antes de que perdiese la vida, desangrado, intoxicado o asfixiado. Todas las noches se nombraban a los caídos en la compañía, una lista larguísima de soldados fallecidos que habían perdido la vida en desafortunados accidentes. Accidentes que se podían producir fácilmente si uno de los mandos así lo quería. Aprendí en aquel lugar lo poco que vale la vida de una persona y lo fácil que llega una desgracia cuando a alguien no le caes bien.
Por si fuese poco también debíamos tener cuidado con los muertos. Los soldados fallecidos de forma violenta y a tan prematura edad vagaban por la compañía lamentándose, quejándose de su sufrimiento.
Aquí os relato una historia que podéis creer o no, pero en la que yo estuve presente, fui partícipe y conseguí sobrevivir.
Vis mere