Bag om Cuentos y flores, flores y cuentos
Un cuento, según las sabias definiciones, es una narración breve, oral o escrita, en la que se relata una historia real o ficticia.
Sin embargo qué poco se transmite en esta definición, del instante maravilloso en el que descubres el final inesperado o ingenioso de un cuento.
Yo no sé si mis cuentos son ingeniosos, ni siquiera sé si pueden gustar a la gente.
Sólo sé que me gusta escribirlos, sentir ese instante en el que el cuento se empieza a escribir solo, sin apenas poner por mi parte más que el movimiento de los dedos sobre las teclas del ordenador.
Tampoco sé cómo llegan a mi cabeza.
A veces llegan en sueños, flotando entre imágenes reales extrañamente mezcladas.
A veces llegan en una palabra que parece abrir una puerta y no me deja ver el final hasta que queda escrito.
A veces siento la necesidad de tener a mano un papel para escribir un final y el cuento se desenvuelve de atrás para adelante, terminando por desvelarme el título.
Lo que siempre siento al darlo por acabado, es un placer indescriptible.
Uno escribe para que lo lean, y quien afirme lo contrario está manteniendo una pose bastante hipócrita al respecto.
Escriben para si mismas, las personas que elaboran diarios íntimos.
Yo aspiro a llegar al público, a conectar con el lector, a conectar contigo, que completas el cuento al terminar de leerlo.
Por eso, cálzate los ojos de asombro y entra a mirar las flores.
Encontrarás también cuentos.
Vis mere