Bag om Don Yiye
Hay todo tipo de historias; de países, de guerras, de personas, de animales. Muy relevantes algunas, que quedaron marcadas por el tiempo; brillantes, nada o poco interesantes y hasta denigrantes.Estas historias de Don Yiye, no son muy comunes, ni tan típicas, ni como tantas otras, en la ciudad de Buenos Aires, entre el campo y la ciudad.Esta es la historia de un hombre, que transcurría su vida, creando miles de obras en su mente, al son de la realidad que veía, que por cierto no era para nada dura, como aquella, que había tenido desde su infancia y no por falta de afecto o por ausencia de sus padres, muy por el contrario, sino por la vida sacrificada que llevaban en las tareas del campo, desde que salía el sol hasta que se ponía, a muy temprana edad. Pareciera una historia corriente, de la vida de cualquier persona que posa sus pies en la tierra, relacionándose y vibrando con el resto, pero no es así porque es la historia de mi padre.De su mano crecí escuchando sus relatos, muchos muy misteriosos, que me atrapaban aún sin entender, hoy pienso que era por la sencillez y la personalidad de su narrativa que le daba vida a sus historias, cargados de coraje y bravura, sin dejar de lado su aspecto enternecedor y justiciero, que en rueda de familiares, en cumpleaños o simplemente en las mateadas, que podían darse a cualquier hora del día en su casa de la ciudad o en el campo, donde tenía su tropilla para el pisadero, o en el tambo de su padre, mi abuelo.Aparece Don Antonio, Yiye, para conocidos y amigos.De estatura mediana, de bigote y pelo rubio, con bellas facciones, que según comentaban las malas lenguas, no dejaba títere con cabeza, pues no había mujer que se le resistiera, ni marido que no lo tuviera entre ceja y ceja, pero por más aventuras que tuviera, jamás faltó a dormir a su casa, pues su debilidad, era su esposa, su vida no tenía sentido sin ella, y aunque su relación estuviera cargada de explosiones por sus infidelidades o por sus celos o por el alcohol, que dicho sea de paso, pudo librarse casi por completo de esta adicción. A pesar de todo fueron felices.Era de andar pausado y seguro, poncho al hombro, botas relucientes, cual negro azabache, cuidadosamente lustradas, que contrastaban con sus ojos azules, que inspiraban gran confianza.De mirada profunda, cejas alzadas, mueca intrigante, con un manejo de su entorno, que el ruido más insignificante o el abrir de la tranquera cuando los peones, al llevar a los animales cansados, al bebedero, luego de la jornada, en sosiego reposo, perturbaban el constante fluir de sus palabras, mientras el auditorio atento en voces muertas, palpitaban con fervorosa entrega al éxtasis embriagador de su relato.************Alicia Mabel MacchiNació en el seno de una familia numerosa, de clase media el 21 de diciembre de 1958 en Buenos Aires, Argentina, de abuelos inmigrantes, italianos y franceses, por un lado, españoles, alemanes y guaraníes por el otro. Amante de la Literatura por lo cual, realizó estudios Terciarios, del Profesorado de Castellano, Literatura y latín. Otro tema que le ha apasionado es la Medicina Alternativa, obteniendo varios diplomas y ejerciendo la misma en un momento de su vida. De espíritu inquieto, inició un emprendimiento de diseño y fabricación de calzados. Ya jubilada se dedicó a escribir libros y a recopilar la cantidad de poemas que había escrito desde muy joven. Definió su amor por la literatura en estos dos versos: "Siento que las palabras caen como racimos de fruto maduro, en suave vaivén, describiendo sueños y abriendo silencios en cada inspiración".
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