Bag om El joven rey
Aquella noche, la vÃspera del dÃa fijado para su coronación, el joven rey se hallaba solo, sentado en su espléndida cámara. Sus cortesanos se habÃan despedido todos, inclinando la cabeza hasta el suelo, según los usos ceremoniosos de la época, y se habÃan retirado al Gran Salón del Palacio para recibir las últimas lecciones del profesor de etiqueta, pues aún habÃa entre ellos algunos que tenÃan modales rústicos, lo cual, apenas necesito decirlo, es gravÃsima falta en cortesanos. El adolescente -todavÃa lo era, apenas tenÃa dieciséis años- no lamentaba que se hubieran ido, y se habÃa echado, con un gran suspiro de alivio, sobre los suaves cojines de su canapé bordado, quedándose allÃ, con los ojos distraÃdos y la boca abierta, como uno de los pardos faunos de la pradera, o como animal de los bosques a quien acaban de atrapar los cazadores. Y en verdad eran los cazadores quienes lo habÃan descubierto, cayendo sobre él punto menos que por casualidad, cuando, semidesnudo y con su flauta en la mano, seguÃa el rebaño del pobre cabrero que le habÃa educado y a quien creyó siempre su padre.
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