Bag om En busca de un tiempo olvidado
Esta es una historia de seres resistentes, resistentes políticos, resistentes a las adversidades que les ha tocado vivir, resistentes a la desesperanza por la frustrada intervención de las potencias occidentales contra el franquismo y por la negación de la legitimidad republicana, resistentes con su honradez, su coraje, su lealtad, con su sacrificio y su lucha, a quienes se les ha negado no sólo la gratitud por su comportamiento, sino además el poder contar su historia.
El derecho a saber la verdad no incumbe sólo a las víctimas y sus familiares. Es también un derecho colectivo que permite evitar que en el futuro se puedan reproducir los mismos vejámenes.
Como contrapartida, al estado le corresponde el deber de recordar, mantener viva la memoria histórica, a fin de protegerse de las tergiversaciones de las narraciones que dan lugar a negacionismos y oscurantismos.
El conocimiento por parte de un pueblo de su propia historia y, sobre todo, de la historia de su opresión, es su patrimonio y debe ser conservado.
Cuando ese deber no se cumple por un estado amnésico, cuando se educa a las nuevas generaciones en el silencio, cuando la verdad no se conoce, no se salda la deuda con esos resistentes, no se hace justicia y no se realizan las reparaciones necesarias a quienes formaron parte de esos hechos, deben ser los ciudadanos quienes tomen la palabra y expliquen lo que vivieron.
Siento la necesidad de dar las gracias y de contar esta historia, historia de alegrías y tristezas, historia de gente sencilla que vivió la vida, gozando del privilegio de saberse íntegros. La historia de mi familia.
Vis mere