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El Tío Sam con las manos cortadas; la cabeza de la Estatua de la Libertad atravesada por una bayoneta; un basurero decorado con las barras y estrellas: estas son algunas de las llamativas imágenes con las que la propaganda cubana ha representado a Estados Unidos durante el último medio siglo y más. Desde la llegada al poder de Fidel Castro, cientos de vallas publicitarias y carteles han aludido al enemigo de la revolución: el gobierno de Estados Unidos con su poderío militar y la CIA a su servicio. Mi Tío no se llama Sam reúne por primera vez una selección de estos trabajos, la mayoría de los cuales nunca antes habían sido publicados en forma de libro. Ofrece un recorrido por las imágenes que la propaganda cubana ha utilizado para hacer referencia a distintos temas y episodios que han marcado las relaciones cubano-estadounidenses desde 1959. Uncle Sam with his hands cut off; the head of the Statue of Liberty impaled on a bayonet; a trash can decorated with the Stars and Stripes: these are some of the striking images with which Cuban propaganda has represented the United States over the past half-century and more. Ever since Fidel Castro came to power, hundreds of billboards and posters have alluded to the enemy of the revolution: the US government, with its military might and the CIA at its service. Sam Is Not My Uncle gathers for the first time a selection of these works, most of which have never before been published in book form. It offers an overview of the images that Cuban propaganda has used to reference different issues and episodes that have marked US-Cuban relations since 1959.
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