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Este libro contiene una visión de México distinta de la versión que se nos enseñó. Desde esta otra perspectiva, Armando Fuentes Aguirre, Catón, nos recuerda que nuestros héroes no son de bronce ni de mármol sino hombres sujetos a la grandeza y a las miserias de la condición humana. Este consumado escritor y ameno periodista va más allá de la impasibilidad de Juárez, profundizando en sus errores, aciertos, aliados y adversarios, al tiempo que nos revela los conmovedores matices de tragedia que compusieron la vida y la muerte de Maximiliano. Esta otra historia, convertida en un relato apasionado y apasionante, cumple con una tarea de reconciliación y de unidad en el común amor a México. «La historia de México era una galería de estatuas broncíneas. En esa relación, como en las películas de vaqueros, los héroes eran impolutos, incapaces de toda maldad, y los villanos eran seres perversos, malvados sin posible redención, en los que ningún atisbo de bien podía hallarse. Sin embargo, nuestra historia, como la de cualquier otro país, no es de estatuas, sino de hombres sujetos a la condición humana y, por lo tanto, habitantes por igual de la verdad y la mentira, del mal y del bien, de la grandeza y la miseria». CATÓN
Este libro contiene una visión de México distinta de la versión que se nos enseñó. Este consumado escritor y ameno periodista va más allá de la impasibilidad de Juárez, profundizando en sus errores, aciertos, aliados y adversarios, al tiempo que nos revela los conmovedores matices de tragedia que compusieron la vida y la muerte de Maximiliano. Esta otra historia, convertida en un relato apasionado y apasionante, cumple con una tarea de reconciliación y de unidad en el común amor a México. «La historia de México era una galería de estatuas broncíneas. En esa relación, como en las películas de vaqueros, los héroes eran impolutos, incapaces de toda maldad, y los villanos eran seres perversos, malvados sin posible redención, en los que ningún atisbo de bien podía hallarse. Sin embargo, nuestra historia, como la de cualquier otro país, no es de estatuas, sino de hombres sujetos a la condición humana y, por lo tanto, habitantes por igual de la verdad y la mentira, del mal y del bien, de la grandeza y la miseria». CATÓN
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