Bag om Mas alla del Principio del Placer
El curso de los procesos anímicos es regulado automáticamente por el principio del placer. El placer y el displacer pueden relacionarse con la cantidad de excitación existente en la vida anímica, correspondiendo el displacer a una elevación y el placer a una disminución de la cantidad de dicha excitación. Como dijo Fechner: "Cada movimiento psicofísico que traspasa el umbral de la conciencia se halla tanto más revestido de placer cuanto más se acerca a la completa estabilidad o el displacer cuanto más se aleja de la misma". Por ello se puede decir que la vida psíquica es regida por el principio del placer, ya que una de las tendencias del aparato anímico es la de conservar lo más bajo posible o, al menos constante, la cantidad de excitación en él existente. Por eso, elevar la cantidad de excitación conllevaría un sentido antifuncional, es decir, el displacer. A pesar de este perfecto funcionamiento primario del placer en el aparato anímico, éste tiene varios problemas o inhibiciones, como son: El principio del placer es inútil y, hasta peligroso en alto grado, para la autoafirmación del organismo frente a las dificultades del mundo exterior. Bajo el instinto de conservación del yo, queda sustituido el principio del placer por el principio de la realidad que, sin abandonar el propósito de una consecuencia final de placer, exige y logra el aplazamiento de la satisfacción y nos fuerza a aceptar el displacer durante un largo rodeo necesario para legar al placer.
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