Bag om La ciudad de Oro
Cuando leí el libro escrito por mi abuelo Malayo, supe a través de su lectura, de donde obtuvo el dinero mi padre.En el libro estaba toda la aventura del abuelo, siendo tan solo un mozalbete; y la heroica hazaña de Shred, el gigante de la isla y su oro.Sentí mucho que mi padre no hiciera ni siquiera un diario de su navegación, para haberme guiado hasta la isla del tesoro, y haberme ahorrado todos los obstáculos peligrosos a los que tuve que afrontar. Pensándolo mejor, tal vez no lo escribió por no saber escribir muy bien.Me negué a terminar mi vida así; prácticamente pobre; sin un título universitario; y lo peor de todo, sin familia. Totalmente incomunicado del único mundo que yo había conocido. El del internado y la ciudad de Londres.Me fui caminando cuesta abajo, serpenteando la colina porque la casa quedaba encima de una loma. La casa original de mis abuelos se había derrumbado por el paso de los años, y mi padre había fabricado otra similar en el mismo lugar.Llegué a una empalizada, pero todavía estaba alto, y yo quise estar cerca del mar; quizás para que me susurrara algún secreto al oído. Llegué hasta la arena donde había unos acantilados. Los únicos que existen en esa área. Desde allí se puede ver el mar hasta cuando choca con el horizonte. Quizás puedas observar algún barquito pesquero o algún barco anclado en la ensenada, si te pones de suerte. En esa orilla de la playa crecen muchos manglares. En uno de ellos se guareció mi abuelo el día que emprendió su aventura. Allí esperó a sus amigos en cumplimiento de una apuesta que cambió su vida para siempre. La misma que cambió la vida de mis padres y, por consiguiente, la mía. Pero a mi historia todavía le faltaban varios capítulos para completar el libro.
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