Bag om Lázaro
A mediados del siglo pasado, en una plaza de Madrid, formando rinconada con un convento, claveteada la puerta, fornido el balconaje y severo el aspecto de la fachada, se alzaba una casa con honores de palacio, a cuyos umbrales dormitaban continuamente media docena de criados y un enjambre de mendigos que, contrastando con la altivez del edificio, ostentaban al sol todo el mugriento repertorio de sus harapos. Algunos anos despues, un piadoso testamento lego la finca a la comunidad vecina, y en nuestro siglo descreido y rapaz, la desamortizacion incluyo en los bienes nacionales aquella adquisicion que los pobres frailes debian a las legitimas gestiones de un confesor o al tardio arrepentimiento de un moribundo. Un radical de entonces, que luego se hizo, como es costumbre, hombre conservador y de orden, la compro por un pedazo de pan; y tras servir sucesivamente como deposito de lenas, meson de arrieros, colegio de ninos, cafe cantante y club revolucionario, vino a albergar una sociedad de baile en la planta baja, una oficina en el principal, y no se cuantas habitaciones de pago dominguero en el interior de ambos pisos.
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