Bag om DEL ENEMIGO EL PRIMER CONSEJO
Vuelve a ocultar el acero mientras que pasa esa gente; que en lugar menos patente concluír, Ascanio, quiero dificultades de amor, que en tu competencia estriban.
ASCANIO: De ordinario los que privan hacen deidad el favor que sus príncipes les dan; y en señal de su altivez pasan la raya tal vez de la modestia. Ya están en su lugar las espadas, y la mía, te prometo que--en fe del nuevo respeto que a privanzas bien logradas, en quien usa cuerdo de ellas, debe el vasallo de ley, porque el gusto de su rey mira retratado en ellas-- no salga, aunque la provoques sgunda vez a ofenderte. Témplate, conde, y advierte que no porque el cielo toques del favor que el César te hace es bien que desalumbrado, con laa alas de privado, si el sol Ícaros deshace, te atrevas a quien te iguala si no en dicha, en calidad.
ALFONSO: No niego yo la igualdad que por noble te señala ni al verme favorecido, atribuyas intereses de venganzas, que corteses en mi privanza, han tenido hasta este punto encerrado en el alma mi rigor; que a valerme del favor con que el César me ha premiado, con él te descompusiera de Milán te desterrara, los estados te quitara, y su enojo te prendiera sin necesitar agora desafíos permitidos generalmente a ofendidos;
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