Bag om La casa de la alegría
Esta es, sin lugar a duda, la novela más aclamada por la crítica y por el público de la norteamericana Edith Wharton, que además fue considerada un clásico de la literatura norteamericana ya en el momento de su publicación, en 1905.
En sus páginas recorremos la vida de Lily, la protagonista, a quien conocemos cuando tiene 19 años. Tras haberse quedado huérfana Lily es acogida por su tía, entrando así a formar parte del selecto clan de la alta sociedad neoyorquina. Nos hará partícipes del camino de su vida hasta el momento de su muerte, que ocurrirá en la más absoluta pobreza tras su caída en la pirámide social.
Lily no ha sabido, no ha querido ajustarse a las reglas de la sociedad clasista y patriarcal del momento, en la que una mujer debe casarse para tener una posición social y una estabilidad económica. En palabras de la autora: "Una chica no tiene más remedio, un hombre sólo se casa si quiere".
Lily se acerca a los 30, y se ve atrapada en el dilema interno de no querer casarse por dinero, a la vez que tampoco puede vivir ajena a él porque rige el sistema en el que vive (y quiere seguir viviendo).
El personaje de Lily nos conmueve por la veracidad del retrato social de la época del que nos hace partícipes, la hipocresía y la injusticia de un sistema de clases en el que un ser humano, especialmente una mujer, se ve atrapado sin posibilidad de salida.
"La verdadera alquimia consiste en saber transformar el oro en otra cosa".
La alegría que nos describe es la alegría del poder, la alegría ingenua e inconsciente de los que se la pueden permitir a través de su riqueza.
Fue adaptada a la gran pantalla en el año 2000 en una película del británico Terence Davis que recibió una buena acogida por parte del público y de la crítica cinematográfica.
Edith Wharton (1862-1937) fue una escritora, paisajista y diseñadora estadounidense. Nacida en el seno de la clase alta norteamericana, su obra más conocida es La edad de la inocencia publicada en 1920 y ganadora del premio Pulitzer en 1921. En 1923 fue la primera mujer nombrada Doctor honoris causa por la Universidad de Yale.
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